martes, 27 de octubre de 2009

Marx y el marxismo


"Los filósofos sólo han interpretado el mundo de maneras distintas, el asunto es cambiarlo ".
Karl Marx (Tesis once sobre Feuerbach).



"Lo único que sé es que no soy marxista ". Este famo­so enunciado de Marx ilustra la relación entre su propio pensamiento auténtico y las interpretaciones "marxistas" de éste efectuadas por sus contemporáneos. La afirma­ción la hizo Marx en París, a manera de respuesta a las concepciones "marxistas" de un partido socialdemócra­ta francés, como una advertencia casi visionaria contra todo dogmatismo, toda personificación y representación absoluta de los procesos históricos objetivo‑reales, que existen independientemente del conocimiento y de la voluntad de los individuos sociales. Estamos conscien­tes de las diferencias fundamentales que existen entre el "socialismo", el "marxismo", el "marxismo‑leninismo", el "socialismo del siglo XXI" y la propia contribución científica‑filosófica de Carlos Marx a una nueva cosmovisión revolucionaria, esto es, el materialismo histórico-dialéctico, que revela el carácter efimero del capitalismo y la necesidad de hacer realidad el socialismo y comunismo como formas superiores de producción y organización humana. Aún cuando los "‑ismos" mencionados arriba comparten factores comunes y están concatenados e interrelacionados en sus procesos históricos reales, no son necesariamente idénticos, por supuesto. Unidad dialéctica no es equivalente a identidad lógico‑formal. Si detallamos, por ejemplo, su contenido filosófico, nos damos cuenta de que el materialismo histórico‑dialéctico, como proceso histórico‑intelectual, tiene sus raíces genéticas en el antiguo concepto hindú‑materialista de prakrti, en el cripto‑materialismo egipcio y en el antiguo hilozoísmo de la Grecia milésica.

Cualquier nuevo concepto expresa un todo "menos‑desarrollado" en permanente evolución y revolución hacia una totalidad "más‑desarrollada", en otras palabras, una posibilidad en camino a su conversión en realidad, cuya relación esencia‑apariencia cambia constantemente, lo que significa además que su esencia o apariencia (también diríamos existencia) está en movimiento permanente. En este sentido podríamos calificar la Revolución Bolivariana en Venezuela como un todo "todavía menos desarrollado", o como una posibilidad en proceso de realizarse, de trascenderse a sí misma como emancipación humana. Esto también vale para nosotros, los revolucionarios, que constituimos una posibilidad en camino de superarnos y transformarnos en una nueva realidad, esto es, en futuros emancipadores.

Tal como sucede con el materialismo histórico‑dialéctico, también el socialismo tiene sus raíces históricas, científicas y filosóficas en la era del comunismo originario de hace casi un cuarto millón de años atrás, aun cuando su epigénesis teórica la encontramos mucho más tarde en la filosofía tanto platónica como aristotélica, así como también epicúrea como lucreciana. De ahí atraviesa, entre muchas corrientes y en un largo recorrido, el cristianismo originario, los heréticos de los monasterios medievales, los movimientos y corrientes campesinos "prerrevolucionarios" y casi "subterráneos" de la Edad Media, y luego conecta con el socialismo utópico del siglo XIX. El marxismo, entendido como materialismo históricodialéctico, es algo muy complejo y presupone un estudio profundo y arduo de la historia de la filosofia occidental, de la economía política y del socialismo utópico, para llegar a comprenderlo como lo que fue en su tiempo y lo que todavía representa hoy: una nueva lógica dinámica (la dialéctica) y una ciencia y filosofia precisa e incisiva (la dialéctica aplicada a la naturaleza y sociedad, esto es, a la historia). Aquí en este breve ensayo sólo podemos indicar las huellas que el marxismo ha dejado en la historia, las aproximaciones fragmentarias de su esencia y existencia histórica y las chispas de su avance revolucionario y emancipatorio. Cabe señalar que en otras obras del autor se encuentran ejemplos más precisos y puntuales de la aplicación práxica del socialismo científico en el mundo real. Este ensayo no es sino una compilación sintetizada de lo más importante de textos ya existentes del autor sobre la materia, y sólo pretende introducir a manera de "paso de vencedores" la magnitud de lo que implica querer ser un revolucionario socialista y un futuro emancipador humano en el siglo XXI.

Si preguntamos por la contribución que hicieran Marx y Engels al concepto "socialismo", podemos constatar que es muy sencilla: Lo sacaron del ámbito de los sueños diurnos y de la esperanza opaca por una vida mejor para elevarlo al rango de una ciencia y filosofia, con perspectivas y herramientas para su materialización en la realidad, esto es, aportando una praxis y teoría revolucionarias para cambiar el mundo y no permanecer en su eterna interpretación. Sin embargo, todo esto sólo pudo ocurrir cuando las condiciones objetivas y subjetivas estaban dadas para ello, esto es, a mitades del siglo XIX, más precisamente a partir de las revoluciones de 1848. Por lo tanto, se trata de un proceso particular, de una síntesis específica, de un cambio dialéctico cualitativo dentro de lo que es el espacio‑tiempo histórico universal, esto es, el proceso histórico de trabajo en su etapa del modo de producción capitalista. De manera similar, la Revolución Bolivariana como proceso particular dentro del espacio‑tiempo histórico universal, nació en circunstancias históricas muy especiales, como lo son la cima e involución del capitalismo globalizado con su subsiguiente auto‑destrucción, la que se manifiesta en los actuales fenómenos del imperialismo mundial y del globofascismo.

En el mismo orden de ideas y en lo que concierne al "leninismo", por ejemplo, éste sólo pudo desarrollarse después del nacimiento y de la praxis‑teoría del propio Lenin, por supuesto. En consecuencia e históricamente hablando, el "leninismo" constituye una totalidad "más desarrollada" que el "marxismo". Es importante señalar también que lo que constituye el „marxismo" dentro de la unidad y contradicción del llamado "marxismo‑leninismo", no es sólo la contribución de Marx y Engels, sino también su enriquecimiento práxico‑teórico desde la muerte de ambos. Es así como tenemos que comprender y analizar el conjunto del pensamiento que determina, hasta ahora, la llamada "ideología" de la Revolución Bolivariana, cuyo contribuyente principal ha sido el propio Presidente venezolano, Hugo Chávez Frías.

Cuando constatamos de manera heraclitiana el hecho de que "todo fluye" (griego: panta rey) y está en constante movimiento, queremos indicar con ello que toda cosa o todo proceso contiene una contradicción, una afirmación y una negación, esto es, dos fuerzas opuestas que constituyen su energía vital dialéctica interna y que no son sino los dos lados de la misma cosa. Cabe señalar que también pueden existir diferentes contradicciones dentro de una cosa o un proceso. En consecuencia, también dentro del marxismo existen contradicciones dialécticas y vemos como confluyen ahí el "leninismo", el "trotskismo", el "estalinismo", el "maoísmo" y hasta el "burnhamismo", el "senghorismo", el "nkrumahismo", el "mariateguismo" y, ¿por qué no?, el "bolivarianismo" del presidente Hugo Chávez y de todas las fuerzas progresistas que lo apoyan.

Hacer una crítica a cualquier cosa o proceso significa en primer lugar el reconocimiento de su existencia como una contradicción real, una determinada constelación de fuerzas entre su afirmación y su negación, la primera apunta hacia la autoconservación y el reposo, y la segunda hacia la autosuperación y el movimiento hacia lo cualitativamente superior. Es en este sentido que tenemos que hacer nuestra crítica y autocrítica en relación a la Revolución Bolivariana en función del avance revolucionario y la conscientización emancipatoria, tanto del pueblo, de las masas, como también de su vanguardia, de aquél partido político revolucionario único que anhelamos construir. Si bien la Revolución Bolivariana no se ha declarado "marxista", tampoco se ha declarado antimarxista, antiproletaria y antisocialista. Sin embargo, y dentro de su propia dialéctica, inevitablemente tendrá que estudiar el pasado marxista para construir el futuro bolivariano y estudiar el pasado bolivariano para construir el futuro marxista. Así es como se debe "empujar el sol" para que el amanecer de la emancipación humana llegue a realizarse a escala planetaria.

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