
Hoy en día las políticas educativas en cuanto a lo curricular y administrativo han pelado el cobre y sus mismos gurúes sin vergüenza alguna proponen la liquidación de la educación formal mediante su informalización. En este nuevo ciclo de acumulación capitalista, o “neoliberalismo”, los nuevos patrones de regulación de la producción requieren de una política educativa flexible que incorpore nuevas metodologías centradas en “paradigmas” que reducen la educación a la formación en competencias para el rebusque y para el bien escoger en el mercado. De esta manera el derecho a la ignorancia se privilegia, inclusive, contra los principios que rigen la educación establecidos en el capítulo quinto de la burguesa ley general de educación.
El Currículo de Resistencia se sintetiza en los siguientes principios:
Rescate de los objetos de conocimiento como objetos de formación, contra el reducionismo del conocimiento, manifestado en la integración de saberes por áreas, centrados en el pragmatismo.
Manejar la integralidad y trabajar dialécticamente lo específico y lo general de la totalidad concreta.
Crítica a la interdisciplinariedad y a la transversalidad.
Rescate del papel mediador del maestro como intelectual que domina alguno de los saberes específicos que a su vez son mediaciones que sólo por intermedio de la enseñanza provocan la construcción social del conocimiento.
Las pedagogías constructivitas, hermenéuticas y cibernéticas establecen la abolición de la carrera docente mediante la fundamentación del individualismo, la centralización en el aprendizaje y la abolición de la enseñanza. Es así como se glorifica el computador, la máquina de enseñar soñada por Skinner.
Conciencia de la pedagogía como saber hacer sujetos en función del poder y reconocerla como la forma de hacer política por otros medios.
Reconocer la escuela como un espacio, además, de la lucha de clases y de la contradicción entre los diversos currículos (el oficial, el de la gallada, el del sindicato, el de los empresarios, el de las iglesias, el de la familia, el del partido, etc.).
Reconocer el currículo como el proceso educativo histórico e intencionado compuesto por tres códigos: el de la norma, el de la lengua materna y el de los saberes específicos.
Reivindicación del aprendizaje como proceso social y colectivo ligado a la formación de procesos psicológicos superiores.
Conciencia de que el aprendizaje precede al desarrollo.
Entender a la inteligencia como el resultado de adquisición de procesos psicológicos superiores y creación de tecnologías producto de la mediación cultural, contra la apreciación adaptativa y biologísta.
Forjamiento del espíritu científico y filosófico desde la infancia.
Construir una estrategia de evaluación de los estudiantes que sea dialéctica, es decir que tenga en cuenta las contradicciones que se mueven en la adquisición del conocimiento y que se rija por los principios de posibilidad y necesidad.
Identificar en los estudiantes la zona de desarrollo próximo como el momento específico de intervención y de aprendizaje.
Evaluar el conocimiento en los estudiantes de una forma prospectiva, es decir en sus posibilidades de avance y no en el enfoque oficial burgués de evaluar lo que ya saben.
Destacar el papel intelectual que cumple el aprendizaje y enseñanza de la lengua materna y no referirlo solo a su parte pragmática.
Develamiento de las teorías de las competencias básicas, laborales y ciudadanas como obstáculo para el conocimiento y contra su reduccionismo pragmático.
Utilización del método científico y reforzar sus características de histórico, genético evolutivo y dialéctico, contra la visión posmoderna de sostener el principio de incertidumbre y de negar la realidad objetiva.
Este currículo de resistencia debe ser articulado a la lucha por una nueva cultura.
Este currículo de resistencia debe ser articulado a la lucha por una nueva cultura.
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