viernes, 19 de marzo de 2010

LOS MODERNOS EATADOS EUROPEOS

FORMACION Y DESARROLLO DE LOS MODERNOS ESTADOS EUROPEOS

ESPAÑA
El predominio español sobre Europa y América empezó a cimentarse a fines del siglo XV con el trabajo de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. En el siglo XVI y comienzos del siglo XVII España se convirtió en la nación más poderosa del mundo. Sus extensos territorios dominaban gran parte de América. Las cuantiosas riquezas procedentes de América, contribuyeron considerablemente a la economía del país. El comercio, la navegación y la industria se desarrolló de forma intensiva, se instauró el monopolio comercial, es decir, el comercio con el nuevo mundo permitió un incremento en la actividad industrial. Durante este tiempo de bonanza económica, en el aspecto político destacaron: Carlos V y Felipe II.

EL GRAN IMPERIO DE CARLOS V. (1500-1558) En 1516, (a la edad de 16 años), luego de la muerte de su abuelo materno, Carlos heredó la corona española con el nombre de Carlos I, fundando así la dinastía de los Habsburgo. En 1519 al fallecer su abuelo paterno, heredó también los territorios Germanos, siendo elegido emperador del sacro imperio germánico, con el nombre de Carlos V.
Su máxima aspiración fue construir un imperio universal al estilo romano, integrado no solo políticamente sino a partir de una única religión (católica).
Los comienzos de su reinado no fueron muy fáciles. Había llegado a España sin saber hablar castellano, cometió la imprudencia de distribuir los más altos cargos entre sus mejores amigos y, además, exigió para sus gastos un aumento de impuestos, lo que incomodó a la nobleza española, por estas razones, su llegada no fue vista con simpatía. No obstante, durante su reinado, va a enfrentar una serie de acontecimientos:
Carlos V se enfrentó a Francia (y a su rey Francisco I), en varias guerras por territorios en Italia, se detuvo temporalmente la expansión musulmana de los turcos mahometanos (imperio otomano), combatió fuertemente a los protestantes germanos (recuerda que la reforma protestante nació en Alemania con Martín Lutero), pero sin resultados favorables y se establecieron los grandes virreinatos de nueva España (México) y del Perú, con la promulgación de las nuevas leyes de 1542.

FELIPE II (1527- 1598). Al morir Carlos V, su obra no quedó abandonada, por el contrario, su hijo y sucesor, preparado en el oficio de rey, estaba decidido a cumplir sus deberes con mucha dedicación. Al igual que su padre, Felipe II combatió tenazmente a los protestantes situando los intereses religiosos, a veces, por encima de los políticos y económicos. Así mismo reforzó la santa inquisición para hacer frente al protestantismo y las creencias musulmanas. Por otra parte con Felipe II se acentuó el ingreso del oro y la plata de las indias (sobre todo del Perú), sin embargo, estos metales preciosos fueron a parar a las arcas de los ingleses, los países bajos y Francia, que fabricaban todo lo que España no hacía, pero necesitaba, y durante su reinado, enfrentó a Inglaterra, porque la reina Isabel I, había iniciado una persecución contra todos los católicos

FRANCIA

A inicios de la edad moderna, Francia estuvo gobernada por reyes pertenecientes a dos dinastías: (la casa de los Valois y la casa de los Borbón). La supremacía de Francia en Europa tuvo lugar durante el siglo XVII: Luís XII Y Luís XIV, junto a los cuales también destacó la labor de los ministros de cada uno de ellos: Richelieu y Mazarino, quienes fueron los verdaderos organizadores del sistema absolutista francés.

LUIS XIII (1610-1643). Luís tenía 9 años cuando su padre murió, su madre asumió el cargo, pero la política de Francia se la encargó al Cardenal Richelieu, quien llegó a convertirse en el hombre fuerte de Francia y, a su vez, en el forjador de su grandeza. Richelieu dentro de sus principales obras sometió a la nobleza feudal bajo la autoridad del rey, centralizó toda la autoridad en la persona del rey, promulgó edictos otorgando libertad de culto y de consciencia a los protestantes.

LUIS XIV (1643-1715). A la muerte de Richelieu y de Luís XIII, cuando su sucesor, Luís XIV tenía apenas 5 años, su madre asumió el cargo y ella a su vez nombró como Primer Ministro al Cardenal Jules Mazarino. Dentro de sus obras organizó el ejército que liquidó a las tropas de españoles y austriacos en la guerra de los treinta años, dominó la revolución de la fronda (movimiento constituido por grupo de parlamentarios y burgueses que se levantaron para protestar por los fuertes impuestos creados para mantener la guerra).

GOBIERNO PERSONAL DE LUIS XIV (1661-1715). A la muerte de Mazarino Luís XIV que contaba ya con 22 años asumió el reino francés, inaugurando un gobierno personal y autocrático, es decir concentró en sus manos todos los poderes, cuyo frase que lo caracterizó fue “el estado soy yo”. Durante su largo reinado desarrolló las siguientes obras: Enriquecimiento económico, lo consiguió implantando a través del mercantilismo, sobre la base de un comercio de exportación, lo que le permitió contar con una poderosa marina mercante y de guerra. Término de la lucha con los protestantes, buscando en todo momento la unidad religiosa de Francia y de esa manera fue quitando paulatinamente los derechos a los protestantes. En el año de 1685 promulgó el edicto de revocación que prohibía la libertad de cultos protestantes. Esto, en cierto modo, fue perjudicial para Francia ya que muchos miembros del protestantismo, para no verse perseguidos, capturados o humillados tuvieron la necesidad de emigrar. Participación en la guerra de sucesión española, el deseo de Luís XIV de imponer a su nieto Felipe como Rey de España y unir ambas coronas, le hizo enfrentarse a una súper colisión integrada por Inglaterra, Holanda, Austria, Portugal y Alemania, en una larga guerra que finalizó con la paz de Utrecht.

INGLATERRA
Desde el siglo XIII hasta el siglo XV los reyes ingleses permitían la participación del pueblo en el gobierno. En el siglo XV la dinastía Tudor cuyos reyes fueron Enrique VIII, María Tudor e Isabel I, adoptaron el absolutismo como sistema de gobierno. En el siglo XVII a la muerte de Isabel I, accedió al gobierno la dinastía de los Estuardo, al mando de los reyes Jacobo I, Carlos I, Carlos II y Jacobo II, quienes pretendieron gobernar el país como lo había hecho la soberana, es decir, manejando a su gusto el parlamento.

JACOBO I (1603-1625) acentúa el absolutismo proclamando el derecho divino de los reyes, disolvió al parlamento cuando éste no le aceptó nuevos impuestos, debido a sus concesiones a favor de los católicos se ganó el odio de los anglicanos más radicales (puritanos). Durante su gobierno se originaron emigraciones de carácter religioso hacia Holanda y América del Norte, por ejemplo: el navío llamado Myflower, dirigido por el puritano John Smit arribó a la actual Virginia (EE.UU) en 1620, con lo que se establecieron las primeras colonias inglesas.

CARLOS I (1625-1649) hijo de Jacobo agravó la tendencia poco sabia de su padre, convirtiéndose en todo un tirano y llevando las tensiones hasta el límite de la guerra civil. Siguió creando impuestos irregulares, decretó privilegios económicos a los nobles, disolvió varias veces el parlamento llegando a encarcelar y ordenar la ejecución de alguno de sus ministros. En 1642 Carlos dirigió sus soldados contra el parlamento y éste llamó al pueblo a las armas, iniciándose la Guerra Civil y con ella la Revolución Inglesa del siglo XVII.
El ejército del parlamento, comandado por el político puritano Oliver Cromwell (1599-1658), consiguió derrotar al ejército del rey. Con el poder militar en sus manos decidió reformar Inglaterra según sus deseos, el parlamento declaró abolida la monarquía y decretó el restablecimiento de la República Inglesa. Sin embargo, Cromwell se volvió dictador estableciendo una dictadura personal conocida como el protectorado; durante esta época disolvió el parlamento, estableció una Constitución, y tiempo después restableció el órgano legislativo.

martes, 27 de octubre de 2009

LA PEDAGOGIA COMO CIENCIA LIBERADORA


La educación liberadora de Freire se nutre de la pregunta como desafío constante a la creatividad, y al riesgo del descubrimiento; por lo que la educación liberadora es la Pedagogía de la Pregunta, y su método, el diálogo.
Al inicio de su exilio trabaja en Chile, luego, a fines de la década de los años 60 lleva cabo una etapa de trabajo en la Universidad de Harvard, período que le permitió conocer mejor la realidad de Estados Unidos, con lo cual concluye que la represión y exclusión de la pobreza de la vida económica y política no era privativo de los países del Tercer Mundo, extendiendo su definición acerca del Tercer Mundo de un concepto geográfico a un concepto político. En ese período escribe Pedagogía del Oprimido, su obra más popular, traducida a numerosos idiomas y con más de 500 000 ejemplares vendidos.
El argumento central de Freire en este texto es que la educación es siempre un acto político, que puede utilizarse tanto para mantener el statu quo como para promover el cambio social. Así, la Pedagogía del Oprimido no postula modelos de adaptación, de transición ni de modernidad de la sociedad, sino modelos de ruptura, de cambio, de transformación total. Si bien expresó con claridad que la educación no era la que poseía las posibilidades para lograr una revolución social, reconoce en sus escritos y demuestra en su actuación, la capacidad transformadora de la educación.
Freire describe dos etapas en la Pedagogía del Oprimido: Primero, “el oprimido devela el mundo de opresión y a través de la praxis se compromete con su transformación. En la siguiente etapa, cuando la realidad de la opresión ha sido transformada, la pedagogía cesa de pertenecer al opresor y se vuelve una pedagogía de todo el pueblo en el proceso de liberación permanente”.
Al culminar su estancia de un año en Harvard, se traslada a Suiza donde trabaja por unos 10 años en Ginebra, como Consultor Especial del Departamento de Educación del Consejo Mundial de las Iglesias; allí ofrece consultoría educativa a varios gobiernos del Tercer Mundo, principalmente en África.
Su influencia en programas no formales de educación de adultos en América Latina y el Caribe y en general en los países en desarrollo, es muy amplia. En 1974, el Instituto Internacional para los Métodos de Alfabetización de Adultos de la UNESCO, publicó un número especial dedicado al pensamiento de Freire. Sobre él señaló Monclus que: "...incidió en el desarrollo de un verdadero movimiento de educación popular con múltiples vertientes, que ha revolucionado la mentalidad y también la práctica de las pedagogías latinoamericanas vinculadas con los intereses populares".
El método de alfabetización concebido por Freire tuvo resultados satisfactorios en esa esfera. Un ejemplo de su aplicación en África fue la experiencia realizada en Sao Tome y Príncipe, como acto de enseñar y aprender la historia y la cultura nacional.
En 1980, luego de 16 años de exilio, regresa a Brasil e inicia sus trabajos en la Universidad de Sao Paulo. Años más tarde, en 1989, ocupa la Secretaria de Educación en el estado de Sao Paulo.
Un elemento central del pensamiento pedagógico de Freire es el amor. Para él, “La educación es un acto de amor”, y no es casual que coincida en esta idea con José Martí.
También destaca la unidad entre pensamiento y acción, entre comprensión crítica y acción transformadora. El carácter esencialmente transformador que reconoce en la actividad humana, señala el rasgo fundamental que han de tener las acciones de aprendizaje del educando. Para él, una palabra dicha sin una acción o intento de acción es verbalismo “No existe una palabra verdadera que no sea al mismo tiempo praxis”, expresó.
Y matiza esa praxis, con la esperanza, que no es, en su decir, cruzarse de brazos y esperar, sino esperanza de poder luchar para transformar la realidad.
Es tal vez ese compromiso con la esperanza el que lo lleva a escribir, 25 años después de la primera edición de la Pedagogía del Oprimido, la obra Pedagogía de la Esperanza.
Pedagogía de la Esperanza es mucho más que una reafirmación de su pensamiento original, busca una nueva forma de concebir la esperanza. En este texto, Freire discute, analiza y finalmente defiende el concepto de esperanza como un componente integral de la educación progresiva. Presenta a sus lectores un entendimiento de la esperanza que no es estático ni puramente emocional, sino una fuerza activa que constituye un imperativo de éxito del proceso de concientización. La esperanza, inspiradora e inspirada por el entendimiento, es para él “una necesidad ontológica”.
El mensaje de Freire en esta obra se dirige a una diversidad de lectores. En particular, escribe para los intelectuales de los 70 que han sucumbido a la tentación neoliberal de complacencia y, también, para los hombres y mujeres del mundo “caídos por una causa justa”, como expresara. Además, escribe para los nuevos educadores progresistas que desean dirección y clarificación sobre una metodología efectiva de educación popular.
Un espacio considerable de Pedagogía de la Esperanza está dedicado a defender sus concepciones de los ataques recibidos desde diversas posiciones.
Paradójicamente, unos le han señalado su insuficiente consideración de la lucha de clases y otros su énfasis en la misma. En este texto, Freire resalta su perspectiva de la división de clases como la principal forma de opresión, pero a la vez, expande su concepto de opresión para incluir las complejidades de la opresión por raza y por género. Critica el discurso neoliberal que niega la existencia de clases sociales dentro del contexto mundial posterior a la Guerra Fría, y reafirma que la relación entre clases mantiene su fuerza dentro del movimiento político.
Por otra parte, rechaza la presunción de que su pedagogía presenta una visión idealista o utópica de la humanidad y la transformación social, a partir de los contenidos pragmáticos de su trabajo.
La vitalidad del trabajo de Paulo Freire tiene una expresión importante en su libro A la Sombra de un Árbol, donde presenta una visión explícita del mundo, la política y los valores.
Intoxicado el hombre con las innovaciones tecnológicas, él nos retrotrae a nuestros objetivos reales como seres humanos. A la idea del capitalismo como entorno dinámico para la producción, se contrapone su evidencia como fuente de escasez. Mientras el volumen de juguetes tecnológicos se incrementa en el mercado, cada vez más se vuelven escasos los ríos limpios para la pesca y la natación, los patios de árboles frondosos, el aire limpio, el tiempo libre y los espacios para la socialización informal. El capitalismo requiere que la felicidad gratuita se sustituya por lo que puede ser comprado o vendido.
Con la sociedad global de las distancias largas y los grandes números, la solidaridad deja de ser un asunto del corazón. Cómo reconstruir la solidaridad, resulta el razonamiento radical de Paulo Freire.
En los últimos años de su vida, le toca a Freire contemplar un mundo marcado por el hambre, el analfabetismo y la muerte, pero aun así mantiene su confianza en el ser humano y en un futuro mejor.
En Cuba, la vida y obra de Freire ha sido siempre fuente de inspiración. La Campaña de Alfabetización, primero, y posteriormente todo nuestro desarrollo educacional, también ha estado inspirado en la confianza en el ser humano. También, ha estado inspirado en el amor.
Y por eso, a este homenaje que hoy hacemos en reconocimiento de su labor académica, unimos el homenaje de toda nuestra obra educativa que hoy se encamina a la masificación, no de aglomeraciones no pensantes y deshumanizadas, sino de hombres plenos, instruidos y solidarios, que pensamos que el mundo puede cambiar y que, día a día, actuamos para su transformación.
Es esa esperanza también la que percibimos en el pueblo brasileño con su apoyo a Luis Ignacio Lula da Silva, que en este tercer milenio aún tiene que plantearse la tarea de luchar contra el hambre en uno de los países más ricos de nuestra América.
La obra de Freire ha sobrevivido a su muerte física. Su pensamiento no puede circunscribirse tan solo al campo de la educación, sino que mantiene una considerable influencia en otras disciplinas como las Ciencias Políticas, la Antropología y los estudios sobre el desarrollo.
La vida y obra de Paulo Freire estuvo siempre definida por el mejor interés de la humanidad. Su actuación como educador resulta un modelo de indudable valor para los profesores y maestros cubanos, y de ahí que su obra sea estudiada en nuestras aulas.
Como una lamentable realidad Freire no pudo volver de nuevo a Cuba como tenía previsto en días cercanos a su deceso, y resulta una obligación moral para la Universidad de La Habana ofrecer post morten este reconocimiento.

EL CURRICULO DE RESISTENCIA


Hoy en día las políticas educativas en cuanto a lo curricular y administrativo han pelado el cobre y sus mismos gurúes sin vergüenza alguna proponen la liquidación de la educación formal mediante su informalización. En este nuevo ciclo de acumulación capitalista, o “neoliberalismo”, los nuevos patrones de regulación de la producción requieren de una política educativa flexible que incorpore nuevas metodologías centradas en “paradigmas” que reducen la educación a la formación en competencias para el rebusque y para el bien escoger en el mercado. De esta manera el derecho a la ignorancia se privilegia, inclusive, contra los principios que rigen la educación establecidos en el capítulo quinto de la burguesa ley general de educación.



El Currículo de Resistencia se sintetiza en los siguientes principios:

Rescate de los objetos de conocimiento como objetos de formación, contra el reducionismo del conocimiento, manifestado en la integración de saberes por áreas, centrados en el pragmatismo.


Manejar la integralidad y trabajar dialécticamente lo específico y lo general de la totalidad concreta.


Crítica a la interdisciplinariedad y a la transversalidad.

Rescate del papel mediador del maestro como intelectual que domina alguno de los saberes específicos que a su vez son mediaciones que sólo por intermedio de la enseñanza provocan la construcción social del conocimiento.


Las pedagogías constructivitas, hermenéuticas y cibernéticas establecen la abolición de la carrera docente mediante la fundamentación del individualismo, la centralización en el aprendizaje y la abolición de la enseñanza. Es así como se glorifica el computador, la máquina de enseñar soñada por Skinner.

Conciencia de la pedagogía como saber hacer sujetos en función del poder y reconocerla como la forma de hacer política por otros medios.

Reconocer la escuela como un espacio, además, de la lucha de clases y de la contradicción entre los diversos currículos (el oficial, el de la gallada, el del sindicato, el de los empresarios, el de las iglesias, el de la familia, el del partido, etc.).

Reconocer el currículo como el proceso educativo histórico e intencionado compuesto por tres códigos: el de la norma, el de la lengua materna y el de los saberes específicos.

Reivindicación del aprendizaje como proceso social y colectivo ligado a la formación de procesos psicológicos superiores.

Conciencia de que el aprendizaje precede al desarrollo.

Entender a la inteligencia como el resultado de adquisición de procesos psicológicos superiores y creación de tecnologías producto de la mediación cultural, contra la apreciación adaptativa y biologísta.

Forjamiento del espíritu científico y filosófico desde la infancia.

Construir una estrategia de evaluación de los estudiantes que sea dialéctica, es decir que tenga en cuenta las contradicciones que se mueven en la adquisición del conocimiento y que se rija por los principios de posibilidad y necesidad.


Identificar en los estudiantes la zona de desarrollo próximo como el momento específico de intervención y de aprendizaje.

Evaluar el conocimiento en los estudiantes de una forma prospectiva, es decir en sus posibilidades de avance y no en el enfoque oficial burgués de evaluar lo que ya saben.

Destacar el papel intelectual que cumple el aprendizaje y enseñanza de la lengua materna y no referirlo solo a su parte pragmática.

Develamiento de las teorías de las competencias básicas, laborales y ciudadanas como obstáculo para el conocimiento y contra su reduccionismo pragmático.

Utilización del método científico y reforzar sus características de histórico, genético evolutivo y dialéctico, contra la visión posmoderna de sostener el principio de incertidumbre y de negar la realidad objetiva.

Este currículo de resistencia debe ser articulado a la lucha por una nueva cultura.


Marx y el marxismo


"Los filósofos sólo han interpretado el mundo de maneras distintas, el asunto es cambiarlo ".
Karl Marx (Tesis once sobre Feuerbach).



"Lo único que sé es que no soy marxista ". Este famo­so enunciado de Marx ilustra la relación entre su propio pensamiento auténtico y las interpretaciones "marxistas" de éste efectuadas por sus contemporáneos. La afirma­ción la hizo Marx en París, a manera de respuesta a las concepciones "marxistas" de un partido socialdemócra­ta francés, como una advertencia casi visionaria contra todo dogmatismo, toda personificación y representación absoluta de los procesos históricos objetivo‑reales, que existen independientemente del conocimiento y de la voluntad de los individuos sociales. Estamos conscien­tes de las diferencias fundamentales que existen entre el "socialismo", el "marxismo", el "marxismo‑leninismo", el "socialismo del siglo XXI" y la propia contribución científica‑filosófica de Carlos Marx a una nueva cosmovisión revolucionaria, esto es, el materialismo histórico-dialéctico, que revela el carácter efimero del capitalismo y la necesidad de hacer realidad el socialismo y comunismo como formas superiores de producción y organización humana. Aún cuando los "‑ismos" mencionados arriba comparten factores comunes y están concatenados e interrelacionados en sus procesos históricos reales, no son necesariamente idénticos, por supuesto. Unidad dialéctica no es equivalente a identidad lógico‑formal. Si detallamos, por ejemplo, su contenido filosófico, nos damos cuenta de que el materialismo histórico‑dialéctico, como proceso histórico‑intelectual, tiene sus raíces genéticas en el antiguo concepto hindú‑materialista de prakrti, en el cripto‑materialismo egipcio y en el antiguo hilozoísmo de la Grecia milésica.

Cualquier nuevo concepto expresa un todo "menos‑desarrollado" en permanente evolución y revolución hacia una totalidad "más‑desarrollada", en otras palabras, una posibilidad en camino a su conversión en realidad, cuya relación esencia‑apariencia cambia constantemente, lo que significa además que su esencia o apariencia (también diríamos existencia) está en movimiento permanente. En este sentido podríamos calificar la Revolución Bolivariana en Venezuela como un todo "todavía menos desarrollado", o como una posibilidad en proceso de realizarse, de trascenderse a sí misma como emancipación humana. Esto también vale para nosotros, los revolucionarios, que constituimos una posibilidad en camino de superarnos y transformarnos en una nueva realidad, esto es, en futuros emancipadores.

Tal como sucede con el materialismo histórico‑dialéctico, también el socialismo tiene sus raíces históricas, científicas y filosóficas en la era del comunismo originario de hace casi un cuarto millón de años atrás, aun cuando su epigénesis teórica la encontramos mucho más tarde en la filosofía tanto platónica como aristotélica, así como también epicúrea como lucreciana. De ahí atraviesa, entre muchas corrientes y en un largo recorrido, el cristianismo originario, los heréticos de los monasterios medievales, los movimientos y corrientes campesinos "prerrevolucionarios" y casi "subterráneos" de la Edad Media, y luego conecta con el socialismo utópico del siglo XIX. El marxismo, entendido como materialismo históricodialéctico, es algo muy complejo y presupone un estudio profundo y arduo de la historia de la filosofia occidental, de la economía política y del socialismo utópico, para llegar a comprenderlo como lo que fue en su tiempo y lo que todavía representa hoy: una nueva lógica dinámica (la dialéctica) y una ciencia y filosofia precisa e incisiva (la dialéctica aplicada a la naturaleza y sociedad, esto es, a la historia). Aquí en este breve ensayo sólo podemos indicar las huellas que el marxismo ha dejado en la historia, las aproximaciones fragmentarias de su esencia y existencia histórica y las chispas de su avance revolucionario y emancipatorio. Cabe señalar que en otras obras del autor se encuentran ejemplos más precisos y puntuales de la aplicación práxica del socialismo científico en el mundo real. Este ensayo no es sino una compilación sintetizada de lo más importante de textos ya existentes del autor sobre la materia, y sólo pretende introducir a manera de "paso de vencedores" la magnitud de lo que implica querer ser un revolucionario socialista y un futuro emancipador humano en el siglo XXI.

Si preguntamos por la contribución que hicieran Marx y Engels al concepto "socialismo", podemos constatar que es muy sencilla: Lo sacaron del ámbito de los sueños diurnos y de la esperanza opaca por una vida mejor para elevarlo al rango de una ciencia y filosofia, con perspectivas y herramientas para su materialización en la realidad, esto es, aportando una praxis y teoría revolucionarias para cambiar el mundo y no permanecer en su eterna interpretación. Sin embargo, todo esto sólo pudo ocurrir cuando las condiciones objetivas y subjetivas estaban dadas para ello, esto es, a mitades del siglo XIX, más precisamente a partir de las revoluciones de 1848. Por lo tanto, se trata de un proceso particular, de una síntesis específica, de un cambio dialéctico cualitativo dentro de lo que es el espacio‑tiempo histórico universal, esto es, el proceso histórico de trabajo en su etapa del modo de producción capitalista. De manera similar, la Revolución Bolivariana como proceso particular dentro del espacio‑tiempo histórico universal, nació en circunstancias históricas muy especiales, como lo son la cima e involución del capitalismo globalizado con su subsiguiente auto‑destrucción, la que se manifiesta en los actuales fenómenos del imperialismo mundial y del globofascismo.

En el mismo orden de ideas y en lo que concierne al "leninismo", por ejemplo, éste sólo pudo desarrollarse después del nacimiento y de la praxis‑teoría del propio Lenin, por supuesto. En consecuencia e históricamente hablando, el "leninismo" constituye una totalidad "más desarrollada" que el "marxismo". Es importante señalar también que lo que constituye el „marxismo" dentro de la unidad y contradicción del llamado "marxismo‑leninismo", no es sólo la contribución de Marx y Engels, sino también su enriquecimiento práxico‑teórico desde la muerte de ambos. Es así como tenemos que comprender y analizar el conjunto del pensamiento que determina, hasta ahora, la llamada "ideología" de la Revolución Bolivariana, cuyo contribuyente principal ha sido el propio Presidente venezolano, Hugo Chávez Frías.

Cuando constatamos de manera heraclitiana el hecho de que "todo fluye" (griego: panta rey) y está en constante movimiento, queremos indicar con ello que toda cosa o todo proceso contiene una contradicción, una afirmación y una negación, esto es, dos fuerzas opuestas que constituyen su energía vital dialéctica interna y que no son sino los dos lados de la misma cosa. Cabe señalar que también pueden existir diferentes contradicciones dentro de una cosa o un proceso. En consecuencia, también dentro del marxismo existen contradicciones dialécticas y vemos como confluyen ahí el "leninismo", el "trotskismo", el "estalinismo", el "maoísmo" y hasta el "burnhamismo", el "senghorismo", el "nkrumahismo", el "mariateguismo" y, ¿por qué no?, el "bolivarianismo" del presidente Hugo Chávez y de todas las fuerzas progresistas que lo apoyan.

Hacer una crítica a cualquier cosa o proceso significa en primer lugar el reconocimiento de su existencia como una contradicción real, una determinada constelación de fuerzas entre su afirmación y su negación, la primera apunta hacia la autoconservación y el reposo, y la segunda hacia la autosuperación y el movimiento hacia lo cualitativamente superior. Es en este sentido que tenemos que hacer nuestra crítica y autocrítica en relación a la Revolución Bolivariana en función del avance revolucionario y la conscientización emancipatoria, tanto del pueblo, de las masas, como también de su vanguardia, de aquél partido político revolucionario único que anhelamos construir. Si bien la Revolución Bolivariana no se ha declarado "marxista", tampoco se ha declarado antimarxista, antiproletaria y antisocialista. Sin embargo, y dentro de su propia dialéctica, inevitablemente tendrá que estudiar el pasado marxista para construir el futuro bolivariano y estudiar el pasado bolivariano para construir el futuro marxista. Así es como se debe "empujar el sol" para que el amanecer de la emancipación humana llegue a realizarse a escala planetaria.